Ya hace un año y aun se me encoge el estomago. La artroscopia no engañaba, la lesión era grave, muy grave. El plazo de recuperación, cercano a un año. El mal trago de la rueda de prensa.
Pero en sus ojos estaba la determinación de volver. La promesa de no rendirse. Y llegó el día de la operación. Y ahí seguía esa mirada.
Pasaron meses en que no podía ni apoyar la pierna. Pasaron meses en que no podía correr. Y ahí seguía la mirada, ahí seguía la promesa.
Soñaba con que jugaba, y marcaba un gol, y se levantaba contento, pese a lo que le quedaba por delante. Meses de duro y arido trabajo en solitario. Meses sin tocar un balón. Meses sin sentirse futbolista. Nunca oímos una queja. Nunca se achantó. Adelante siempre, sólo adelante, porque no hay otro camino.
Desde hace un mes repetía y repetía que cuando jugase iba a marcar. Desde hace un mes comenzaba de nuevo a sentirse futbolista. Ahora la mirada además contenía alegría contenida. De tener media misión cumplida.
Llegó el día, entró en convocatoria. Llegó el momento, le llaman del banquillo a la banda donde calentaba. Y entró al campo, sin mucho ruido por parte del público. Pero mi corazón ya galopaba, al verle sobre el verde, al ver de nuevo a un futbolista.
Cuando me metí en esto del fútbol, mi padre mostró desconfianza. Me decía que el fútbol ya no es lo que era. Ya no existe el romanticismo de otras épocas. Yo pensaba que tenía razón. Que las historias épicas ya no se dan más que en los documentales. Pensaba que no viviría nunca una de esas historias que se recuerdan en las reuniones de amigos, o en los bares.
Alberto se encargó de hacerme dar cuenta de mi error. Alberto me mostró que me equivocaba. En el ultimo minuto, en la última jugada, el purasangre, todo corazón, se adelantó a defensas más altos, contra todo pronóstico cruzó el balón, de cabeza, donde parecía imposible poner el balón. Cumplió la promesa que su mirada lanzó el día de la rueda de prensa, el día en que anunció su largo camino. El largo camino que culminó en ese minuto 96. El largo camino que ahora vuelve a retomar.
Recuerda, afición, recuerda a Alberto Ruíz Largo. Guarda en tu memoria este momento, porque se dan de mucho en mucho y pocos aficionados pueden contar historias así. Recuerda al purasangre. A aquél cuya mirada no miente, a aquel cuya mirada es ley, todo corazón.