Hemos estado 9 dias de vacaciones, Praga y Budapest. Ya os iremos contando cosas de ambos sitios. Praga, en pocas palabras, supuso un litro, litro y medio de cerveza por día. Pero en fin, al lío.
En Budapest, todos los días pasábamos por una calle peatonal con varios bares o restaurantes con terraza. Uno de ellos nos llamaba siempre la atención, porque parecía más "apañao", mejor decorado, las mesas y sillas más modernas... por las noches las mesas con velas... En unas mesas tenían cocina hindú, en otras sushi, en otras escalope... vamos, variadito.
La última tarde la pasamos de "tiendas" (con lo que me gusta a mí... pero fue rapido e indoloro), y estábamos tomando algo en una terracita, decidiendo dónde cenar, cuando la Maettra pensó que podríamos ir a ese restaurante tan chulo que veíamos todos los días. Y allí que fuimos, cada uno con nuestras bolsas de compras, nuestros piratas y deportivos... con una pinta de turistas que pa qué.
Llegamos al sitio en cuestion, "TomGeorge" se llamaba. Nos acomodan en una mesa en la terraza y nos traen la carta. Muy variada, cocina moderna, cocina oriental (Thai, hindú, japo,...), salchichas, cocina centroeuropea...
Nos decidimos y así se lo hacemos saber al camarero. Nos pregunta si tomaremos vino, y yo le respondo que sí, que me apetece probar el tinto húngaro. Me responde que de acuerdo, que nos envía al Sumiller. 'O o
Y aquí llega el hombrecito. Nos pregunta qué vamos a comer, se lo decimos, y nos recomienda un vino. ¿Qué persona normal tiene cojones de contradecir a un Sumiller? De acuerdo, de acuerdo, nos ponemos en sus manos.
Mientras entretenemos la espera con unos deliciosos hojaldres que nos han traido sin pedirlos... hacemos una visual del entorno. Estamos en una calle peatonal con vistas a la basilica de San Esteban (en la foto) . En la mesa de al lado, tenemos un señor rubio, con el pelo largo, en silla de ruedas, con cuatro o cinco personas más. Están bebiendo Moet Chandon Rosé. (Caray, que nivelazo, nos decimos con la mirada).
Mientras conversamos a la espera de nuestra cena, pasa uno haciendo footing que saluda al rubio del Moet Rosé. Seguimos hablando, y veo que el Somelier saca nuestra botella, en su mesita al lado de la puerta, la abre, examina el corcho, vierte un poco en una copa, lo huele, lo mira, lo huele, lo sorbe, lo bebe (EH! TIO!! QUE ESE ES MI VINO!! Dice mi Martínez Soria interno). Una vez convencido de que es vino, lo vierte en un decantador (que lío tenemos con lo de decantar el vino) y trae a la mesa un platito con el corcho y me lo pone delante. Yo miro el corcho, huelo el corcho y hago un gesto de conformidad (paripé total... yoquesé!!). Coge el decantador y vierte una pequeña cantidad en mi copa. Nuevo paripé-cata de vino, nuevo gesto de conformidad (Repito: quién cojones le lleva la contraria a un sumiller).
Nos traen la ensalada, y pasan unos en bicicleta que saludan al tipo rubio del Moet Rosé. Ahí ya empezamos a mosquearnos, y más cuando SE PONE A DISCUTIR CON EL SUMILLER!!! Por una botella de champán (Creemos). Para aumentar nuestro interés, le dice algo a un camarero, y éste le trae una bolsa de tela... con un iTap dentro!! Busca nosequé por internet, vuelve a llamar al camarero y le pide que se lo lleve a nosequién (creemos que al sumiller). Esto se repite dos o tres veces más. ¿Quién carajo es este tipo?
Por fin, nos traen la comida, riquísima y muy bien presentada. Sigue llegando gente, que se sienta a la mesa del rubio del Moet, que cada vez la van ampliando más. Otros se sientan detrás de mi y la Maettra me va comentando la jugada. Unos se han pedido nada más llegar un zumo de naranja y una cocacola. Pero luego les traen una botella de Moet Rosé. Otro llega partiendo la pana, con un bluetooth en el oido derecho y dos móviles. Para postres todos estos conocen al rubio del Moet Rosé. Llega otro clavaico a Marc Ostarcevic, que TAMBIEN conoce al rubio del Moet Rosé. Y en la mesa del rubio, botella tras botella de Moet Rosé. Y empiezan a enviarse botellas de una mesa a otra. Y empiezan a saludarse. Todos se conocen y todos conocen al rubio del Moet Rosé.
Llegamos a los postres (aún babeo de pensarlo), y siguen las rondas de Moet Rosé. Por fin, llega un camarero a la mesa del de los móviles con una botella de Moet Rosé, el payo dice que él no la ha pedido, y el camarero dice que es un regalo de George. ¿Y quién es George? Pues sí, el rubio del Moet Rosé. Y ahí nos salen las cuentas.
¿Cómo se llamaba el restaurante? Si eres capaz de responder a esta pregunta y no eres la Maettra, te nombro lector de honor de mi blog. Pues sí: "TOMGEORGE". Así que deducimos que es EL PUTO AMO DE BUDAPEST... y el dueño del restaurante.
Nos dejamos media guardia en la cena... pero valió la pena... ya lo creo que valió la pena...
8 comentarios:
Jajjjajaaa. Lo mejor es tu paripé de catador. No pensarás que el sumillier no se percató de que no tenías ni idea, ¿no? ;)
Aunque en estos casos siempre me esfuerzo al máximo... siempre una vocecilla dentro de mi me lo dice: "NI DE COOOOÑAAAA!!!".
Vamos haciendo honor a una de mis frases favoritas:
"Ptseeeeee!!, que no se respire miseria!"
Con dos cojones. Los putos amos fuisteis vosotros.
Lo que fatxa falta, home, lo que fatxa falta... els diners, com els collons...
(peibol)
... pals ocasions...
Estuvo mal George al no habilitar un Moet Rosé en la mesa de ustedes....
Correcto, correcto!! Eso mismo salí pensando yo. Y por eso no dejé propina. (Creo que un riñón ya fue suficiente).
que tio el tomllors!!! lla podia averse estirao!!
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