A raiz de este estupendo artículo que he leído gracias a la Maettra, aprovecho para contaros algunos de los pormenores de mi trabajo como médico de deportistas.
La medicina es una ciencia, sí, aunque no sea exacta. Mil aforismos y frases hechas ilustran este hecho: "No hay enfermedades, hay enfermos", "En medicina dos mas dos a veces son cuatro, otras cinco y otras febrero". Esto nos lleva a individualizar el trato con cada paciente.
Ahora bien, no deja de ser una ciencia. Existen cosas impepinables. Porque, aunque cada paciente sane y enferme de una forma distinta, los médicos tenemos que seguir unas vías de actuación consensuadas, o regladas, o regidas de alguna forma. Si no, sería un poco la anarquía médica. Y aun así, cada médico tiene sus filias y fobias, que también somos personicas.
Por concretar un poco tanta disertación, pondré ejemplos: un hueso tarda en formar callo entre tantas y tantas semanas; un musculo tarda entre tantas y tantas semanas en sanar una vez roto, o es aconsejable prolongar tantas semanas el tratamiento. Y en esa zona de penumbra entre lo que recomiendan los protocolos, los estudios, o los ensayos clínicos y lo que vemos en el paciente, lo que tocamos en él, lo que nos dice el paciente y lo que creemos nosotros... es donde nos movemos en función a necesidades y riesgos.
En un paciente normal, que se gana la vida trabajando como fontanero, un hueso roto o una rotura muscular tiene una prisa relativa (la que tenga el paciente en volver a trabajar). Tal como está hoy el trabajo, esa prisa puede ser un poco acuciante en ocasiones. Pero lo normal es que el paciente prefiera quedarse bien a reincorporarse pronto.
En un deportista profesional, hay más prisas. Hay más intereses: participar en esta prueba, no dejar de entrenar, que el mister vea que no me tiro del carro, que estoy negociando la renovacion, que me tengo que hacer ver... todas esas por parte del deportista. Pero luego está el entorno del deportista: el entrenador, que dice que le hace falta, que dice que él asume el riesgo, o al contrario, que no tiene prisa en que se recupere porque así puede poner a otro en su lugar sin tener que desairar al primero; el representante, que a tus espaldas lo lleva a pedir una segunda opinion o que un curandero le haga un emplasto con orina del dia anterior y boñiga de vaca,... o el padre del deportista, que parece que le vaya la vida el que su niño se recupere/le operen/le hagan la resonancia/ cuanto antes. Y a veces sucede que un deportista compite sin tener el alta médica, o sin tener el consentimiento del médico, o incluso en contra de sus recomendaciones. El deportista, el entrenador, el padre, el club pueden decir "asumo las responsabilidades". Pero si algo sale mal, a quien van a mirar y criticar es al chico de gafas cabreado que hay en un lado con cara de gilipollas, que además tiene que volver a tratar una lesión que con suerte no se habrá agravado. Existe una falta de respeto muy grande, en algunos casos, por nuestro trabajo.
Todo se complica un poco más. La presión se multiplica. Y cuando la prensa se mete por medio, cuando lo hace, aún más. No se les puede pedir que entiendan de medicina. Sí que respeten el trabajo de los demás. Sí que no juzguen sin saber toda la historia, o basándose en datos erróneos que a saber quién o cómo han obtenido. Generalmente suelen tirar la piedrecita, esconden la mano y esperan reacciones. Por suerte, a nosotros nos tratan bastante bien (esto lo pongo por si hay algún periodista leyendo esto...)
Así que no crucifiquéis al médico de Lorenzo. Primero porque no conocéis toda la historia. No sabéis las presiones que pueda haber tenido. No sabéis las discusiones que pueda haber mantenido con el piloto. No habéis visto las radiografías. No sabéis si al final ha corrido sin su consentimiento. Que una cosa es lo que diga en prensa y otra la que haya reflejada en algún documento legal y lo que haya pasado de verdad.
Porque, amiguitos, en medicina, también hay muchas verdades.
Y pese a todo esto... adoro mi trabajo, aunque ahora os parece mentira.
miércoles, mayo 21, 2008
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5 comentarios:
¡Bufff! Es que de opinadores está el mundo lleno. Viendo la situación de la estrella lo fácil es ponerse de su parte y culpabilizar al médico, claro. En el fondo, eso es lo que hacemos siempre, echarle la culpa al médico cunado nosotros no nos tomamos la medicina.
Y lo tuyo es vocacional de verdad, ¿eh? Yo es tu caso ya le habría pegado un coscorrón a más de uno por imbécil.
En efecto, Ruth, como le he dicho alguna vez a algun amigo, España es el pais con más médicos y entrenadores de fútbol en potencia.
Vocacion? Digamos que le pido al señor paciencia... que si le pido fuerza... no se a quien mato...
Yo fuí árbitro de futbol de regional y me dí cuenta que de futbol y de medicina "sabe" y por tanto opina todo el mundo.
En efecto, en efecto, de medicina y furbol (que es como lo llama el presidente de la federacion) sabe to kiski, querido colega.
PD: Enhorabuena por esa pedazo plaza!
periodismo.. tiempo perdido?
tenia un profe en 1º que no paraba de meterse con los estudiantes de periodismo
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