domingo, abril 16, 2006

Una legaña


La ambulancia zumba por la carretera de Santa Pola. Yo voy dentro, pendiente de Daniel, un chaval de 4 años que ha llegado ya cuando la guardia tocaba a su fin. Está grave. Muy grave. La infección ha llegado a su sangre, está con mucha fiebre y semiinconsciente. He preferido montarlo en la ambulancia que tenemos en el centro de salud, antes que avisar al SAMU, porque era lo más rápido.
Aunque la respiración es firme, y el pulso también, sé que se puede descompensar en cualquier momento. Y que no tengo más que "estas manitas" y "esta cabecita", más el ambú y poco más para actuar. Así que procuro no pensar en si se descompensa. Miro hacia la carretera, realmente vamos MUY deprisa. Los coches a veces se apartan para dejar pasar, y otras no. Pese a eso, el conductor, adelanta a todos los coches que nos salen al paso. Vale, eso también voy a procurar obviarlo.
Ha llegado a las ocho menos cinco. Menos cinco. Cinco minutos más y se hubiera hecho cargo el relevo. Mi adjunta se ha borrado limpiamente de en medio ("Lo acompañas tú en la ambulancia, ya que lo has empezado tú a ver, ¿verdad?
) Y, visto lo visto, comprendo que es lo mejor para Daniel. Al principio no me lo había tomado demasiado en serio. Pero cuando me he sacudido de encima el sueño y la mala leche del turno que he tenido y he comenzado a "ver"... he actuado rápido. Y ahora, mientras voy en la ambulancia dando tumbos, se me come el remordimiento. Quizás esa es la causa de que a diferencia de todas las veces anteriores haya dejado subir en la ambulancia a los padres. Y porque me parece lo más humano.
Y mientras pienso en todo esto, no puedo dejar de fijarme en una legaña que Daniel tiene en su ojo izquierdo. Es lo que más recuerdo del viaje. La legaña de Daniel. Algo tan insignificante en esta situación. Simplemente, mantenerme sereno por si hay que actuar, supongo. Pero es curioso como la atención en este tipo de situaciones se te distrae y concentra tanto en esos detalles tan tontos.

Lucha, Daniel... lucha.

5 comentarios:

Josmachine dijo...

A veces, lo único que nos queda es una legaña.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

La cordura sólo es capaz de mantenerse cuando, para no perderla, se aferra a lo único que no cambia.

Ánimo en días como esos.

Dr. Hyde dijo...

Finalmente, la enfermedad pudo con Daniel. Falleció ayer en la UCI pediátrica de Alicante. Podéis leerlo en INFORMACION. Creo que no podría ser pediatra.

Anónimo dijo...

:(

Anónimo dijo...

¡Uff! ¡Jodida meningitis!